FINAL DEL MUNDIAL ARGENTINA 78: EL ABRAZO CON DIOS


Final del Mundial de Futbol de Argentina 78
EL ABRAZO CON DIOS (*)

El domingo 25 de junio de 1978, los brazos de Dios llegaron hasta el Estadio Monumental de River, en Buenos Aires, Argentina, para abrazar a los campeones mundiales de fútbol.

Más de 60 mil almas juntas en ese recinto, representando a los casi 27 millones de habitantes de dicho país, que aquel entonces sufría las atrocidades de la dictadura militar, llegaron al éxtasis de la emoción celebrando su primera copa mundial. Las lágrimas de emoción riegan siempre los campos de la memoria, mientras las gargantas eufóricas cantan orgullosamente esa hazaña lograda con pundonor, técnica, disciplina táctica y, por supuesto, con mucha garra.

El rival, un gran equipo, la honorable Holanda, “La naranja mecánica”, que cuatro años antes había disputado la final del mundo frente a Alemania.

En el 78, la emoción tronó las puertas del cielo. Al cabo de los 90 minutos el marcador quedó 1-1. “El Matador” Mario Kempes adelantó para los locales a los 38 minutos, pero faltando muy poco para el final, Nick Nanninga empató. El estadio enmudeció. La emoción se transformó en suspenso.

Al cabo de 116 minutos, el triunfo sudamericano fue de 3-1. Kempes y Bertoni aumentaron el marcador. Mientras Argentina y Sudamérica celebraban el resultado, el golero gaucho, Ubaldo Matildo Fillol, se dejó vencer por la emoción y por una fuerza que lo hizo caer de rodillas en el campo de juego.
(Foto: Internet. El Gráfico)
“Terminó el partido. Y yo, cerca de la media luna, se me aflojan las piernas y caigo arrodillado. Caigo arrodillado, me cruzo de brazos, y tengo la imagen… la imagen de Dios delante mío”, afirma el golero.

La fe de los once muchachos por conquistar un sueño y para lograr cosas imposibles se reflejó en cada jugada y tras el pitazo final. Fue así que el zaguero Alberto Tarantini se juntó con Fillol en ese acto de reverencia, haciendo la señal de la cruz.

“Me arrodillé, me persigné y después me fui para la mitad de la cancha. No sé cómo hice después, volví y vi a Fillol arrodillado en el suelo también, rezando, y lo abracé a él", refiere "El Conejo" Tarantini.

Ese momento casi divino luego del partido tuvo un marco glorioso. Y eso es relatado, siempre con la misma emoción, por "El Pato" Fillol: “Vino Tarantini, se arrodilla delante de mí, me abraza. Vino un chico, que le faltan los dos brazos y se tira encima de nosotros dos”.
(Foto Internet.: Bolavip)
Ese acto fue capturado por la cámara de Ricardo Alfieri, reportero de la revista "El Gráfico", autor de la fotografía periodística más emblemática en la historia futbolística, conocida como “el abrazo del alma”, donde el protagonista es Víctor D’aquila, cuya historia de fuerza de voluntad y amor al deporte da para otras líneas.

El abrazo de estos tres protagonistas no fue un abrazo físico, fue un abrazo con Dios, de fe, desde el alma, porque para lograr grandes hazañas personales o colectivas hay que ponerle alma, corazón y vida.

* Artículo publicado en "Correo Mariano". Lima, enero, 2020.

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