VIVIR CON MEDIO CUERPO

En el campo de la cirugía, a nivel mundial, existe un procedimiento conocido como la hemicorporectomía o cirugía translumbar, que es un tipo de operación ultraradical que compromete el funcionamiento de uno o más órganos y la calidad de vida del paciente, lo que, a su vez, genera un serio daño en el aspecto psicológico y emocional del paciente y también de su familia. Aunque ahora es de muy poco uso en el campo médico, pues los avances científicos y tecnológicos permiten ahora trataamientos quirúrgicos menos mutilantes.

Según Actas Cancerológicas, revista peruana especializada en oncología, en el mundo se han realizado muy pocas operaciones de este tipo con resultados exitosos, menos de cinco; y una de ellas en el Instituto de Enfermedades Neoplásicas de Lima.

Vivir con la mitad del cuerpo
Fue el Dr. Charles S. Kennedy, allá por 1960, quien realizó la primera hemicorporectomía para tratar un cáncer de recto, pero el paciente falleció. Un año más tarde, 1961, los doctores J. Bradley Aust y Karel Absolon realizaron la primera hemicorporectomía con éxito en un paciente parapléjico que tenía un extenso tumor cancerígeno en la espalda.

Una tercera amputación de la mitad del cuerpo fue realizada en 1963 por el Dr. A.G. Yancey. Tres días después de la operación, la paciente falleció debido a una bronconeumonía. 

Y es que por la década del 60, la cirugía seguía evolucionando. Por esos tiempos, los tratamientos quirúrgicos, sobre todo en oncología, generalmente eran ultraradicales y se mutilaban segmentos del cuerpo al paciente, dependiendo de cada diagnóstico, por supuesto.

Como parte de los protocolos médicos, en este tipo de intervención quirúrgica se amputaban las piernas, los órganos genitales, el sistema urinario, lo huesos de la pelvis, el ano y el recto. Era, en esos tiempos, la última alternativa médica para enfermedades graves y potencialmente mortales.

Único caso en Perú
En el Perú, la primera operación de este tipo, y la única, hasta ahora, fue realizada por el Dr. Eduardo Cáceres Graziani, considerado como el "Padre de la cancerología peruana".

Este procedimiento fue aplicado a una joven mujer, de iniciales M.M. (29 años), para tratarla por un cáncer en el hueso sacro, con un estadío clínico bastante avanzado. Esta operación quedó registrada en el Acta Cancerológica N° 3 Vol. VII del Año: 1968.

Antes de la operación, M.M. medía 1.45 m. Luego de la cirugía su talla se redujo a 64 cm., quedando sus brazos más extensos que el resto del cuerpo, sobrepasándolo en unos 30 cm.

M.M. provenía de una provincia del interior del país, ingresó al INEN por primera vez en febrero del 66, quejándose por un fuerte dolor en la parte anterior de la cadera que -según dijo- lo sentía hacía dos meses y que no la dejaba realizar sus actividades con normalidad. Luego de los exámenes de rigor, se concluyó que tenía una lesión osteoblástica que afectaba gran parte del hueso sacro.

Dos meses después de su primer ingreso, ya en mayo del 66, M.M, regresó al INEN de Lima, pero esta vez con un dolor más intenso y con la enfermedad que seguía avanzando, a lo que puede añadirse el temor, la angustia y el desconocimiento de las características de su enfermedad.

Los especialistas le dijeron que debía operarse y que le amputarían la parte baja de su cuerpo. Ella, quizá  llorando, más asustada que antes y en medio de su dolor intenso por su tumor cancerígeno, se opuso a dicho tratamiento.

Dada las circunstancias, los especialistas seguían buscando otras opciones terapéuticas, pero sin descartar la hemicorporectomía. Así entonces, le prescribieron tratamiento con radiación (radioterapia). Ella asistió a una sola sesión y luego abandonó, por segunda vez, su tratamiento.

Al parecer, habría regresado a su lugar de origen. “Ya nada pueden hacer los médicos por tu enfermedad, será mejor que regreses a tu casa y estar con tu familia más cercana”, le habrían aconsejado sus pocos amigos que habría hecho en la capital mientras recibía sus terapias.

Muy asustada, alejada de su tierra y su familia cercana, optó por regresar a su tierra natal, donde probablemente habría recurrido a curarse con frotaciones hechas de hierbas que algún “huesero” (muy comunes en esa época) le habría recomendado.

M.M. retornó nuevamente a Lima para buscar tratamiento en el INEN. Corría el mes de setiembre de 1966, cuatro meses después de haber abandonado su primera sesión de radioterapia. Su figura en ese momento reflejaba una considerable pérdida de peso, su piel cobriza tenía ahora un tono pálido, pues había regresado con bajo nivel de hemoglobina, y los nervios de las piernas y brazos estaban también afectados, lo cual le impedía movilizarse con normalidad.

Esa vez, un nuevo examen radiológico revelaba  que el tumor había avanzado más afectando otros órganos. En tales circunstancias, la única opción que quedaba era someterse a una hemicorporectomía, la mutilación de la mitad de su cuerpo, intervención que fue realizada por el Dr. Eduardo Cáceres. Si bien la cirugía fue exitosa, la paciente falleció dos semanas después por otras complicaciones.
M.M. fue sometida a una cirugía translumbar como parte de su tratamiento contra un cáncer en la zona pélvica (Tomado de Acta Cancerológica N° 3 Vol. VII del Año: 1968).
Parte de esta historia es relatada en el libro del oncólogo peruano Carlos Vallerjos S. "Derrotando  al cáncer".  Lima, 2019.

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